lunes, 15 de julio de 2013

Bernardo Bitti

El padre jesuita Bernardo Bitti nació en Camerino, Italia en 1548. El aporte español y, en general europeo, a la Escuela cuzqueña de pintura se produce desde época muy temprana, cuando se inicia la construcción de la catedral. Es la llegada del pintor italiano Bernardo Bitti en 1575, sin embargo, la que marca un primer momento del desarrollo del arte cuzqueño. Este jesuita introduce en el Cusco una de las corrientes en boga en Europa de entonces, el manierismo, cuyas principales características eran el tratamiento de las figuras de manera un tanto alargada, con la luz focalizada en ellas y un acento en los primeros planos en desmedro del paisaje y, en general, los detalles.
Bernardo Bitti llega al Perú el 31 de mayo de 1575 para "evangelizar por medio del arte", a solicitud del Provincial de laCompañía de Jesús, Padre Bracamonte. Trabajó en Lima desde 1575 trasladándose a Cusco en 1583 y luego, en 1585, a Juli, Puno. Se documenta un retorno a Cusco entre 1595 y 1598, alternando su estancia en la esta ciudad, según refieren José de Mesa y Teresa Gisbert, con las ciudades de Chuquisaca y Arequipa incluso hasta 1600. Se hace referencia a una nueva estancia de Bitti en Arequipa hacia 1603 retornando a Lima en 1604, ciudad donde permanecerá hasta su muerte ocurrida en 1610.
Su gran talento artístico lo convierte en el pintor principal y exclusivo de la orden jesuita. Fue un muy reconocido pintor y escultor de Sudamérica durante el siglo XVI. Aunque nunca firmó ninguno de sus cuadros, su estilo se ha vuelto inconfundible. Entre sus principales características podemos destacar el uso predominante de la línea, la mera insinuación de los volúmenes, la figura alargada al estilo manierista, la sofisticación en la postura de sus personajes, quienes están trabajados teniendo como base una línea serpentinata. En las figuras de Bitti no se aprecia el naturalismo, sino por el contrario, la ingravidez de sus telas, sus colores fantasiosos y la ausencia de diferentes texturas de sus paños (influencia del Greco y Rafael según los historiadores José de Mesa y Teresa Gisbert) responden hacia un deseo de idealización de sus figuras como se puede observar en sus Vírgenes y Santos quienes están arropados con telas de colores pasteles.

A su muerte, su discípulo el jesuita Diego de la Puente (1575-1583), fue el continuador de su obra.




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